jueves, 30 de enero de 2020

DE VEZ EN CUANDO SOMOS HUMANOS

Y entonces piensas que el tiempo lo suaviza todo, que este ritmo frenético de vida que llevamos no nos deja tiempo ni tan siquiera a tener presente aspectos de la vida que son, o deberían ser, ¡importantes!.

Que estamos tan sumidos en nuestro día a día, en nuestro trabajo, en cómo distribuir nuestro poco tiempo de ocio que tenemos, incluso de intentar dormir algunas horas antes de que el despertador vuelva a sonar y empiece un nuevo día, que creemos que nuestra mente se dispersa de recuerdos y momentos, pero ¡No!, no es así.

Nuestra mente es un almacén de capacidad con límites aun desconocidos, que cuando menos nos lo esperamos ¡¡BOOM!!, nos trae de nuevo recuerdos, que en este caso específico me ha alegrado que así sea.

Son las 23.00 horas, y aquí ando en el "Gazpacho del Director" cómo diría Paula, intentando poner orden (otra vez) al desastre que soy como persona. Y ordenando tiques de compra para contabilizar y de paso quitando papeles de por medio.... aparece una foto enmarcada de mi Padre, mi Madre, y Paula en el medio.

Una foto del febrero de 2018, del cumpleaños de mi tía Paloma, poco antes de que empezara la quimioterapia, incluso no sé si en el momento de esa foto se lo habían comunicado ya, pues fue ir a consulta y empezar a los pocos días en marzo.

Se les ve bien, felices. Es una imagen en la que nadie diría que estaba enfermo, que por dentro estaba fastidiado.

Y por un momento en mi mente se ha empezado a reproducir ese instante con total claridad y no en blanco y negro, ¡no!, sino a todo color y con una nitidez que nada envidia al 8K de las teles de ahora.

No cuestiono el por qué ya no está aquí, es un hecho, pero una lágrima recorre mi rostro, y aunque parezca extraño, ¡Me siento reconfortado!, reconfortado de saber que sigue ahí, que no soy un témpano de hielo y que aunque como he comentado al principio, llevamos una vida tan ajetreada que no nos deja ni pararnos un rato a pensar, siempre hay un detalle o pequeña circunstancia que hace que vuelva a mi cabeza.

Ahora ha sido con la foto y hace unos días con la radio. Estaba escuchando en una entrevista al Dr. Antonio Sitges-Serra en la cual me hizo reflexionar profundamente si valió la pena tanta lucha, tanto sufrimiento, para intentar (como el Dr. dice) "declarar la muerte a la muerte", llevando la vida a unos límites, que como poco, me hacen pensar si es necesario llegar a esos extremos aun sabiendo que ya no se puede hacer nada...

Pero quizás (seguramente) ese sería otro asunto, por lo polémico y dispar de opiniones, que este doctor trata en su libro "Si puede, no vaya al médico", el cual comparto algunas opiniones, pero ni mucho menos todas.

Os invito, si bien ya no leer el libro, al menos buscar alguna entrevista, como la que publicó para el País. Después de leerla, seguro, que os hace comeros el "coco" un poco.

Como siempre pediros disculpas, pues si hablando no tengo fin, tampoco escribiendo, y soy rápido, además. Ahora toca pasar esto al PC, pues hoy estoy con pluma en mano.

Besos y abrazos.

Juanma

No hay comentarios:

Publicar un comentario