miércoles, 11 de noviembre de 2020

Es Época de Olivas

Recogiendo Oliva:


Entre finales de septiembre y principios de octubre se recoge la oliva;  la oliva de mesa, no la de aceite. Éstas últimas se recogen ya maduras por el mes de enero.

Las olivas de mesa o “de comer” son las que se recogen verdes o en ligero envero, pues al igual que me ha pasado a mí, dependiendo del sol que le dé, éstas enveran (maduran) antes o después y es que aunque mi pobre olivo esté contra la pared, tiene una copa bien alta en la que han proliferado multitud de olivas.

Y nada, me puse manos a la obra, por doble razón; porque ya estaban en su punto y porque la tormenta había tumbado parcialmente mi olivo y quería aliviarle algo de peso antes de volverlo a enderezar (muy optimista fui en el peso que creía iba a tener la recogida).

Y al lío… primero…. ¿vareo?, no lo vi yo muy claro, así que a mano. ¡Menuda paliza! Iba con una palangana una a una y fue ahí cuando me vino a la memoria esos momentos en el pueblo. Esta vez no era mi padre quien tenía el papel principal en mi memoria, sino que era mi abuelo.

No fueron muchas veces las que nos acercamos al pueblo a recoger oliva, era yo pequeño, pero son de esos recuerdos felices que no se te van. Eran los olivos de mi abuelo Julio (y seguirán siendo) bajitos, de base bien ancha y muy poblados.

Se recogían a mano y básicamente se ordeñaban. Yo que era pequeño me hacía daño, pero mi padre no y mi abuelo con una palma de la mano que podía lijar fácilmente la madera aún menos. 

Tenía su cara una tez rugosa, muy áspera y unas manos que mejor no te diera una “guantá”. Estaba esa piel curtida por el sol de verano y viento de invierno, al fin y al cabo, de toda una vida laborando en el campo.

Con esas manos agarraba la rama por su base, cerraba la palma y avanzaba por ella mientras caían todas las olivas (y hojas también). ¿Y dónde caían? Obviamente en un palangana no. Tenía un invento; una cesta de la fruta, la cual con una soga de lado a lado permitía colgártela  pegada al cuerpo, de tal manera que simplemente dejaba que cayeran las olivas a la caja.

Mi padre que era más alto se encargaba de la copa, aunque en ocasiones se tenía que subir a la base del árbol para llegar arriba.

¿Y mi función?, pues recoger las que caían al suelo… me daban (no me acuerdo bien) 25 o 50 pesetas por cada cubo que llenaba. Era uno pequeño, de esos que en algunos sitios aun dan con cada cartón de huevos. Ahora caigo que era una ruina para mi abuelo, sobre todo ahora que sé a cuanto se paga el kilo de aceituna… inocencia la mía la de aquella época J.

En mi memoria ha quedado estampado el frío que hacía, incluso nevaba a veces ligeramente. También la humedad y la niebla, y ese olor a tierra húmeda que me encanta (a bacterias como digo yo, ya haré una entrada sobre ello).

Creo que me perdura hasta el día de hoy. Ese recuerdo me dio ilusión para plantar mi olivo en mi peque-cacho de tierra que tengo en el patio y me sigue viniendo a la mente en épocas como la de ahora, ese viento fresco que acaricia la piel, que con 12 grados que estamos yo me siento ¡la mar de bien!

Así que nada, este rollo que he contado se me pasó mientras pensaba en cómo recoger las olivas. Me preparé mi caja con la soga y a recogerlas. 
Al final salieron (no sé si muchas o pocas) unos 2.4 kg de verdes y 1,6 kg de maduras. ¡Más pensaba que iban a salir!, pero súper contento para no tener apenas cuidados.


También aprovechamos a recoger 3 mini- zanahorias que salieron y unas pocas pipas (todos caprichos que a mi peque Giulia se le antojó plantar).


Y  bueno, ahora queda endulzarlas y aderezarlas. Y es que aquí también me viene a la memoria mis dos abuelas.

Algún año en casa de mis padres (siendo pequeño) aliñamos aceitunas… estaban en un barreño en el salón y tenía a parte de las aceitunas cubiertas de agua en salazón, corteza de naranja, laurel, ajo y más “cosas”. Según pasaba el tiempo se hacía una capa por encima que me parecía asquerosa.

Todo esto cuando podía entrar al salón, pues éste era un lugar oscuro y lúgubre. Algo parecido al “santuario” de la casa. Luego de mayor cambió mi sensación de él, incluso me trae muy buenos recuerdos.

Volviendo al aliño, resulta que mi abuela Manuela las hacía rajadas-machacadas y usaba un aderezo distinto. Mi abuela Mercedes mataba con Sosa Caustica la acidez y luego el aderezo con tomillo, ajo, laurel, corteza de naranja y por supuesto, la salmuera.




Me he decidido por hacerlas rajadas, las estoy lavando todos los días (sin echar sosa), y luego veremos el aderezo. Las tengo separadas, por un lado las maduras, por otro las verdes.

A las verdes les echaré hinojo, tomillo, ajo, laurel y naranja (a parte de la salazón)

A las maduras algo similar pero le añadiré pimiento rojo, que le dan muy buen gusto.

¿Se podrán comer al final? De momento huelen muy bien y eso que sólo las estoy lavando.


martes, 20 de octubre de 2020

DOS

 ¿Qué supone más?:

¿Dos minutos?, ¿dos horas?, ¿dos días?, ¿dos meses? O ¿dos años? La respuesta es sencilla, pero en mi mente no lo parece tanto y todo depende de lo que pase en ese espacio de tiempo.

Un suceso o momento feliz es algo que parece durar un suspiro, mientras que algo tan rutinario como el trabajo puede hacer que las 8 horas de jornada parezcan interminables y sin embargo, un fin de semana se pase tan rápido que parezca una estrella fugaz.

Así pues 2 años me están pareciendo una eternidad y al mismo tiempo, que estuvieran a la vuelta de la esquina.

Hace dos años que ya no estás y se me hace eterno, lejano, y en realidad no hace nada. Dos años que como he escrito alguna vez has estado más presente en mí que incluso estando vivo, es curioso, ¿no? Dos años en los que me pareciera empezar a conocerte más que nunca, pero al mismo tiempo, dos años en los que todo lo que empiezo a conocer de ti hacen que de la misma manera no te pueda preguntar.

Dos años en los que Paula pareciera haber crecido 4, aunque créeme, te pondría de los nervios, porque tiene una ¡mala leche! Increíble.

Dos años en los que creo estoy creciendo a nivel personal y en los que me apena ¡tanto! que no lo hayas podido ver. Que te fueras cuando peor estaba. Que no pudiera hacer nada para remediarlo. 

No son pocas las veces que pienso con qué sensación te irías al verme así.

También han sido dos años fugaces, en los que he aprendido como la vida de repente te da una torta de la que te medio recuperas (como me ha pasado) o en la que decide que se acabó tu tiempo.

Dos años en los que hago balance de lo que quería hacer y de lo que he conseguido, de cómo no he aprovechado el tiempo, o de cómo los días se me hacen cortos, quizás pensando en, ¿cuando la vida dejara de seguir latiendo en mí?, porque no vamos a estar indefinidamente aquí, de hecho, puede que estemos poco o mucho, no lo vamos a saber.

A veces me siento culpable de no aprovecharla, por todos los que no han tenido oportunidad de ello, incluso por gente que no conozco de nada.

Por otro lado he aprendido a no agobiarme con ello (a ratos), a disfrutar los pequeños momentos que tengo, el salir a pasear los tres, el ir a regar nuestros arbolillos, o hacer Puzzle con mi peque Giulia, o incluso irnos a tirar fotografías. A sumar momentos que no sé si se quedarán en su retina, pero en la mía sí.

27 me quedan para llegar a tu edad. Espero copar de buenos momentos cada año y si puede ser, centrarme y hacerme algo más de valer.

Espero ir al Pino a verte, estaría muy bien ir en esta época. Hace ese tiempo que me encanta, ese en el que se eriza el vello al pasar la brisa de aire por la piel, a ver cómo están los pinos que plantamos y a respirar algo de aire de esas peñas, que tras tu muerte sé que tanto te gustaba subir a ellas a respirar ( a saber lo que pensarías pero calma seguro que te daban).


Un beso muy grande, de esos que nos dábamos 3 veces al año.

jueves, 30 de enero de 2020

DE VEZ EN CUANDO SOMOS HUMANOS

Y entonces piensas que el tiempo lo suaviza todo, que este ritmo frenético de vida que llevamos no nos deja tiempo ni tan siquiera a tener presente aspectos de la vida que son, o deberían ser, ¡importantes!.

Que estamos tan sumidos en nuestro día a día, en nuestro trabajo, en cómo distribuir nuestro poco tiempo de ocio que tenemos, incluso de intentar dormir algunas horas antes de que el despertador vuelva a sonar y empiece un nuevo día, que creemos que nuestra mente se dispersa de recuerdos y momentos, pero ¡No!, no es así.

Nuestra mente es un almacén de capacidad con límites aun desconocidos, que cuando menos nos lo esperamos ¡¡BOOM!!, nos trae de nuevo recuerdos, que en este caso específico me ha alegrado que así sea.

Son las 23.00 horas, y aquí ando en el "Gazpacho del Director" cómo diría Paula, intentando poner orden (otra vez) al desastre que soy como persona. Y ordenando tiques de compra para contabilizar y de paso quitando papeles de por medio.... aparece una foto enmarcada de mi Padre, mi Madre, y Paula en el medio.

Una foto del febrero de 2018, del cumpleaños de mi tía Paloma, poco antes de que empezara la quimioterapia, incluso no sé si en el momento de esa foto se lo habían comunicado ya, pues fue ir a consulta y empezar a los pocos días en marzo.

Se les ve bien, felices. Es una imagen en la que nadie diría que estaba enfermo, que por dentro estaba fastidiado.

Y por un momento en mi mente se ha empezado a reproducir ese instante con total claridad y no en blanco y negro, ¡no!, sino a todo color y con una nitidez que nada envidia al 8K de las teles de ahora.

No cuestiono el por qué ya no está aquí, es un hecho, pero una lágrima recorre mi rostro, y aunque parezca extraño, ¡Me siento reconfortado!, reconfortado de saber que sigue ahí, que no soy un témpano de hielo y que aunque como he comentado al principio, llevamos una vida tan ajetreada que no nos deja ni pararnos un rato a pensar, siempre hay un detalle o pequeña circunstancia que hace que vuelva a mi cabeza.

Ahora ha sido con la foto y hace unos días con la radio. Estaba escuchando en una entrevista al Dr. Antonio Sitges-Serra en la cual me hizo reflexionar profundamente si valió la pena tanta lucha, tanto sufrimiento, para intentar (como el Dr. dice) "declarar la muerte a la muerte", llevando la vida a unos límites, que como poco, me hacen pensar si es necesario llegar a esos extremos aun sabiendo que ya no se puede hacer nada...

Pero quizás (seguramente) ese sería otro asunto, por lo polémico y dispar de opiniones, que este doctor trata en su libro "Si puede, no vaya al médico", el cual comparto algunas opiniones, pero ni mucho menos todas.

Os invito, si bien ya no leer el libro, al menos buscar alguna entrevista, como la que publicó para el País. Después de leerla, seguro, que os hace comeros el "coco" un poco.

Como siempre pediros disculpas, pues si hablando no tengo fin, tampoco escribiendo, y soy rápido, además. Ahora toca pasar esto al PC, pues hoy estoy con pluma en mano.

Besos y abrazos.

Juanma

viernes, 15 de noviembre de 2019

LA IMPORTANCIA DE SUMAR

Ya llevo unos cuantos días dándole vueltas a este tema, y cuando le doy vueltas a algo tengo que plasmarlo de alguna manera, o bien a mano, o bien aquí en el PC, o en la máquina de escribir, opción ésta última que me gusta más. 

Ese traqueteo me encanta, me relaja, y cuando termino ya la redacción disfruto notando a lo largo de una y otra frase los relieves provocados por el martilleo al escribir cada letra.

Lo malo es que imagino que no soy el único que le vienen las ideas cuando está en la cama intentando dormirse, y no, no se me van al día siguiente, pero sólo me quedan pequeñas pinceladas en mi mente sobre el tema que estaba pensando.

Y es que le doy vueltas a lo importante que es cumplir años, por mucho que le disguste a algunos, y lo importante de celebrarlo. Hay que celebrar la vida, sí, la vida y que sumamos un año más.

Esto dicho de mi parte queda algo extraño, pues aun de vez en cuando la mente me juega malas pasadas y pienso de nuevo en no estar aquí, o en no tener motivaciones. Es algo que sólo quien pasa por ello puede comprenderlo, de poco sirve el que tengas cosas materiales, incluso que tengas dinero en la vida. 

No sería el primer ni último famoso adinerado que o se ha suicidado o pensado en el suicidio. Incluso la razón más fuerte que es la familia puede pasar desapercibida... podría compararlo a lo mal que lo pasa alguien que está con el mono e intentando dejar una adicción. No he pasado por eso, pero esto es luchar contra tu mente, contra algo que te intenta empujar a decir adiós.

Así pues, salvo momentos puntuales, pienso más que nunca en que hay que celebrar el que seguimos aquí, y no son los que están aquí (que si son parte) la principal fuente de apoyo en seguir, si no los que están, pero pasando un mal momento, y los que ya no están, sobre todo los que no están por causas, digamos, no deseadas.

Y es que hay maneras y maneras de morir. Todos morimos porque se nos para el corazón, pero no es lo mismo que uno de mis abuelos que murió con 87 años mientras dormía, relajado, sin cara de dolor, tan sólo se le paró el corazón tras una larga y feliz vida mientras dormía.

Estaba ese corazón ya cansado, y dejó de latir poco a poco. Me sentí triste, pero tranquilo sabiendo que había tenido una vida larga y plena.

Muy diferente es esa a una muerte lenta, mucho más si eres joven, y claro, me refiero a mi padre, que murió a pocos meses de cumplir 67, y esa edad hoy no se considera (o debería considerar) una cifra muy alta. También mi otro abuelo, con una edad similar y con una larga y muy mala enfermedad pulmonar. O mi otra abuela, que si, se acercaba poco a poco más a los 90 que 80, pero se encontró con un Cáncer ya en sus 80, y con fuerza para luchar contra él, y al final un Alzheimer que se la llevó...

Aún así mi padre, a mi parecer, no se quedó por cumplir objetivos en la vida, era un hombre tranquilo, aunque no quita que se quisiera morir, en ningún momento lo pensó. 

Pero no sólo ha sido mi padre, si no gente cercana, incluso los que están aquí, a los que ves cómo de repente se les complica la vida, porque nuestra sociedad está muy avanzada eso si, pero las enfermedades también se adaptan a los fármacos y ovbiamente avanzan. De hecho será mi siguiente tema... ese me pone de mala leche.

Así pues, nosotros que estamos aquí creo que deberíamos celebrar justamente eso, que estamos aquí, por respeto a los que no tuvieron elección. Así de palabra, pues no creo que cause mucho efecto, es como esos momentos en los que me decían: "la gente muriendo en el mundo porque no tiene ni para comer y aferrándose a la vida y tu...." y tienen toda la razón, pero la palabra hace menos de lo que debería creo yo. 

Cuando sufres una situación traumática de alguien cercano o familiar, es ahí, justo en ese cierto momento de la vida cuando se te queda un marcador de por vida en tu mente.... un marcador que te da fuerza a seguir adelante, y que te quita cualquier tentación de que la vida no tiene aliciente. 

Tampoco digo que la vida sea maravillosa, pero por alguna puñetera razón, no nos damos cuenta de lo que nos falta hasta que inevitablemente vemos que vamos a perder el momento de poder conseguir nuestras metas.

Así pues mis consejos (no soy quien para darlos, pero lo hago de buena fe y corazón):

- Márcate metas, pero no te marques un plazo, pues no sabemos el tiempo que vamos a estar aquí, simplemente márcate la meta, y si algún día la consigues, pues sentirás una satisfacción inmensa, y si no la consigues, pues al menos lo habrás intentado.

- Vive el momento: es consecuencia de la anterior. Si un día ibas a ir a correr, pero te apetece cine, pues ve al cine. Si eso te da la felicidad en ese momento, hazlo, pues el vivir constantemente pensando en nuestros objetivos, "en nuestras metas", en "no he hecho nada", "no lo he conseguido"... eso sólo nos puede crear ansiedad y desembocar en una depresión y por depresión no me refiero a "estar triste", es algo más grave y difícil de salir.

- Cree en ti mismo (esto me lo tengo que aplicar), sé que es difícil, y que es luchar con tu propia personalidad, el tener poca autoestima es algo que tristemente es muy común. 
Lo bueno de luchar contra la baja autoestima hace que si das el paso, sientas una satisfacción plena cuando te enfrentas a tus miedos, incluso cuando el resultado no sea el que esperabas. No obstante tampoco se trata de que de repente te creas "el puto amo" y perdón por la expresión, porque también es bueno hacerse un poco de autocrítica.

- Y por último. Ya no voy a decir sólo "la familia", las personas, las personas son importantes, ten cerca a la gente que sume, y bueno, también es importante la gente que no suma, incluso "que resta" pues tenemos que tener una perspectiva completa de la vida. 

Aprovecha el tiempo, porque ese si que es limitado, y la gente con mucho dinero es tiempo lo que tiende a comprar. Pero quiero ir a que aproveches el tiempo con la familia, amigos, con las personas que suman, con gente que pasa momentos difíciles, que tiene una enfermedad, pues uno puede estar bien, y mañana no estar aquí. O tener una enfermedad con un riesgo inminente.... no se trata de pasar el día pensando en que puede que no esté aquí en poco tiempo, se trata de pasar más momentos y de disfrutarlos
Si sale de ese riesgo no habrás perdido nada, no habrás desperdiciado el tiempo, pues esos momentos de más que estás con esa/s persona/s "suman". Y en el caso que se produzca un fatal desenlace, pues más aun te sentirás aliviado, pleno y sereno de haber estado ahí, como me pasó con mi padre. 


Así que todos a sumar años.... experiencias.... momentos.... vivencias.... sean buenas o malas, porque como bien se suele decir,  la vida es eso que pasa mientras no nos damos cuenta.

Besos y abrazos a todos.

Pd: muchos leerán esto y  me dirán que me aplique el cuento, pues llevo años sin verlos... cada año me comprometo a quedar más y pasa el tiempo y no lo hago. Otros porque no están cerca, pero dar por seguro, y eso si que no es pavoneo mío, que todos y cada uno os pasáis por mi mente en algún momento del año y es en esos momentos cuando se proyectan en mi mente las experiencias vividas con cada uno.

Pd 2: La foto de la portada, no he dicho nada de la foto de la portada.... mi abuela, 90 años, ella si que ha vivido (literalmente... pues 90 años no se cumplen todos los días), y ve la vida pasar.... hablo con ella, ya está cansada, física y mentalmente, pero tiene una salud de hierro. 

A veces soy egoísta y le digo, pero abuela, si usted llega a los 100, o tiene que ver a Paula casarse... ¡claro! quiero que le cuente... que le cuente mucho, pues es historia viva, historia de una persona humilde, de cómo era la vida... vida que hoy en día muchos jóvenes envidianos... jornadas muy duras en el campo, y el resto en familia, paseando por el campo, respirando aire fresco y limpio y en verano saliendo todos los vecinos a socializar en los "polletes" de las casas, o jugando la partida mientras charlan.....¿os da algo de envidia?

Pero mi abuela ha cumplido con creces sus objetivos, tener hijos, nietos, bisnietos... todos criados y prosperando. Una vida plena con su marido que la dejó cuando tenía 82... y que a esas edades hacen que la vida no sea lo mismo. Así pues cuando llegue su momento estaré feliz de haber podido compartir todo el tiempo con ella... en este caso muchísimo, con otras personas menos, pero intentar siempre no arrepentiros de no haber pasado más tiempo, sino simplemente agradecer el que hayáis tenido.


domingo, 20 de octubre de 2019

¡Un año sin ti!

      Un año ha pasado de la foto de esta rosa (ahora en mi jardín), al pequeño tiesto que te llevé al hospital. Quería hacer algo más alegre la estancia, y eso que en tu habitación el ventanal daba a uno de los jardines interiores, en los cuales los árboles ya empezaban a tener anaranjadas sus hojas.

Me acuerdo que ese día lucía el sol, era bonito el contraste del cielo azul con esos tonos verdes y anaranjados y me pareció bien añadir el amarillo de un pequeño rosal que vi. Aún estabas consciente, aunque ya te estaban metiendo bien de morfina, pero se podía hablar contigo. 

Quien me diría a mi que después ese rosal iría a paliativos y de ahí ya no saldrías, aunque lo único que tenías ganas era intentar ir a casa.

A casa se fue el rosal, a la terraza de la cocina, y yo cogí una rama para sacar esqueje y plantarlo en el jardín. La verdad que me alegró ver que agarraba y se adaptaba bien, y cada vez que salgo es algo más que me recuerda a ti. Además, en la cocina de casa aún aguanta bien el tiesto, así también tiene mamá algo ahí (distinto a todo lo que le rodea) que te recuerde. 

Pero bueno, cuando las personas faltan es cuando más presentes están, y este año ha sido en sueños y en muchos momentos. Sueños idealizados en el que estábamos en el presente, y tu estabas ahí. Este año fugaz ahora que estoy echando la cuenta, y que como siempre, poco aprovechado, pero bueno, al final el que puedas contar el paso del tiempo es que estás aquí, porque tú ya no puedes contarlo.

 La verdad que ahora a veces me pongo algo tuyo que me gusta obviamente, y que además me recuerda a ti claro, la última vez este lunes, tenía entrevista de trabajo, yo acojonado, muy acojonado y allí fui, con tu reloj, tus gemelos e incluso tu pisa-corbata. Con ello iba algo más confiado, pensando que eso mismo me daría fuerza. 

No sé si estarías por ahí dándome ánimos pero la cosa no acabó muy mal y el miércoles segunda entrevista, y allí iba de nuevo con todo un arsenal de Jacinto puesto.... y parece ser que ha surtido efecto (o me gustaría pensar que así ha sido) pues vuelvo a estar en el mercado laboral :-).

Y me siento feliz, y seguro que tu también de que de nuevo pueda probar que valgo, pero justo ha coincidido con una fecha que me recuerda de manera especial que ya no estás aquí.

Aún así me quedo con el pensamiento de que estarías contento, a parte de que también con ello esté más tranquilo por Valle y Paula. Eso si, ésta última va a su bola, en su mundo (como debe ser), así pues he pasado de ser amo de casa (lo que le dice a su profe) a Alcalde, como me dijo el lunes al salir de clase... que por qué iba vestido de Alcalde.

Así pues es lo más destacable que te cuento, y comparto, pues se siente uno a gusto compartiendo sentimientos, aunque me enrolle mucho. Y bueno, espero sigas floreciendo en mi jardín, que también tengo un bulbo de jacinto que se le antojó a paula porque decía que quería una flor de su abuelo.

Y para terminar el rosal que tenías en la habitación y la Rosa que te llevó la tía Gloria


Espero poder ir pronto al pueblo y ver cómo van los pinos que plantamos donde soltamos las cenizas, sentarme un poco en las peñas y respirar profundamente mientras la brisa me acaricia.



sábado, 13 de julio de 2019

La poca educación artística actual


La poca educación artística actual

¿Cuál es el séptimo arte? Sencillo, ¿no?, es algo que creo todo el mundo sabe responder…. ¡El Cine!

Pero si os pregunto por el resto de las disciplinas artísticas, ¿sabríais decírmelas? A ver, si me pongo a pensar, pues alguna saldrá: música  (seguro que hemos pensamos en ella), uhmmm, ¿la escritura? (lo mismo literatura), buf, ahora se pone más difícil, la escultura, la danza… me faltan 2…
Y ahí muchos estaremos ya mirando Google, a ver qué nos dice…

1º La arquitectura.
2º La escultura.
3º La pintura.
4º La música.
5º La danza.
6º La poesía/literatura.
7º El cine.

Madre mía, me había dejado la pintura… esa ha sido por no pensar… y la arquitectura.

A lo que voy. Estas disciplinas deberían ser obligatorias. Música siempre lo ha sido, y la pintura (o plástica) también, no sé en el sistema actual sigue todo así, yo que tengo una niña de 5 años, pues la pintura obviamente, el resto nada, pero está empezando, es algo que llegará sí o sí.

Todo ello viene debido a momentos de libre pensamiento, y reflexiones, por amigos que han estudiado artes plásticas, bellas artes, filosofía (que esa tiene también su chicha y lo poco valorada que está), y veo que tienen poca salida laboral si descartamos la enseñanza. Pero es que a lo que quiero llegar, es que parece que cada vez se le da menos peso en la enseñanza.

De pequeño, pues música me gustaba, pero también aburría, plástica cuando llegas al instituto y empiezas con cosas no tan divertidas como “la perspectiva caballera”, pues tampoco mola, y cuando llegas a filosofía, pues ya no digamos.

Lo que te das cuenta cuando eres más adulto es que si importan, y mucho, la filosofía nos enseña a pensar, a ser racionales, a cuestionarnos las cosas. La música nos despierta sentimientos, nos emociona, nos calma, nos conecta (la buena música claro).

Y la pintura y todas las artes plásticas nos enseñan a ver de nuestro modo la vida, y de intentar comunicar y que los demás entiendan nuestro punto de vista,  a parte que nos relaja, nos quita estrés.

Yo no soy buen pintor… vamos no soy nada jeje, me gusta la fotografía, pues también intenta mostrar tu forma de ver las cosas, pero muestra la realidad tal cual la ves… y no voy a la fotografía con móviles, y a las miles de fotos archivadas y nunca reveladas, esto me daría otra parrafada (y la dará).

Me refiero a algo que te llama la atención y te tomas tu tiempo para captarlo cual quieres que se vea, a la magia del blanco y negro, y el grano del negativo…

Si escrito todo esto es porque parece que el Estado, responsable de la Educación Pública, cada vez nos aparta más de todas estas artes, dejando el peso en una formación alternativa que den los padres, y pensando mal, me da la sensación que nos quieres como borregos, no como libre pensadores, que razonemos y nos cuestionemos las cosas, que podamos pensar que el sistema no es perfecto ni mucho menos, y que quien no está de acuerdo puede acabar mal o parecer loco, o como me ha pasado, llegar a una depresión en la que pienses que eres el que no encaja, el que está mal, el que no cabe en la Sociedad.

Hasta que un profesional te ayuda, y te das cuenta que es que lo mismo el que seas una persona racional y distinta a los cánones que nos atribuyen, no significa que estés mal, o no acertado…

Por mi parte pienso luchar en la medida de lo posible para que mi niña escuche buena música, desde bebé en el coche sólo le pongo música clásica, y ¡anda!, le encanta. Y desde hace tiempo tiene su estilográfica y le encanta escribir, y tira buenas fotos con su cámara compacta (ya le he pillado una de negativo para estas vacaciones)…., y para suerte mía me ha salido despierta y extrovertida (demasiado extrovertida y muy estresante para los padres).

A veces pienso que como siga así va a ser ¿Rarita?, pero lo prefiero a que sea un borrego más en el rebaño.

Deberíamos luchar para que sigamos teniendo una enseñanza pública de calidad, ojo sin descuidar las materias de siempre, lengua, matemáticas, sociales… qué recuerdos.

Estas impresiones me han sido dadas después muchas cosas, pero el escribir esto ha sido después de un vídeo de los muchos que publica BBVA (me importa poco que sea BBVA), de un proyecto que tiene llamado “aprendemos juntos”, el cual si tiene muchas videos que te ayudan a reflexionar. Este era de José Manuel Zapata.


Pero también de leer una y otra vez “El Principito”. De mi amigo David, que tiene doble licenciatura en Bellas Artes, de Felipe Velarde, amigo de David y a quien valoro mucho el trabajo que realiza, lo duro que tienen que lidiar con la vida, cuando aportan tanto. También mi prima Estrella que es profesora, y mi amigo Adrián Cuenca, que le sigo en redes sociales y veo su esfuerzo en hacer que la educación musical sea algo importante en los alumnos que tiene. Mi amiga y compañera de colegio Rosa Fuencisla, por dejarme ver su arte, su buen hacer, su estupenda personalidad, sus clases por supuesto, por hacer que tantos alumnos también aprendan… y seguro que me dejo a muchos más en el tintero, ¡sorry!

Y por último, a un excompañero de Ikea, que estudió filosofía, y un día le pillo hecho polvo, pues habían quitado Filosofía como asignatura obligatoria, con lo que se reducía aún más su salida profesional, pues aparte de la educación… me decía totalmente hundido. Y en esta disciplina, mi profesor Manuel Casal, del cual no me pierdo ninguna de su cita que pone en Facebook.

Menos mal que la vida es larga para darnos cuenta que todo está por alguna razón y que lo que considerábamos aburrido o poco importante, puede que merezca la pena.

Feliz Noche a todos.


lunes, 4 de marzo de 2019

Memorías de mi padre: Jacinto y las Almendras


Memorias de mi padre: Jacinto y las almendras.
Es curioso como cuando te falta un ser querido, éste se hace presente de forma mucho más intensa y profunda de lo jamás habrías imaginado.

El otro día iba a buscar a Paula al colegio y cogí un puñado de almendras. Bueno de “almendrucos” como se ha dicho siempre en mi casa. Todo porque me he descuidado a niveles que jamás pensaría haber llegado, y por saciar ese hambre que tengo con algo que alimenta, pero que es sano, y que por otro lado, me gusta, y mucho.

El caso es que metí un puñado en mi bolsillo, y en lugar de devorar como loco almendras puñado a puñado, iba metiendo una a una, y comiéndola poco a poco.

Por un momento me transporté a casa de mis padres, y enfrente mía, mi padre, royendo una almendra. Y es que Jacinto siempre llevaba almendras en el bolsillo, era algo inherente a él.

Las comprábamos tostadas, siempre en el “frutos secos”, caras, muy caras, pero las compraba a granel, a él no le gustaban las que vendían ya embolsadas. De hecho, en una ocasión fue a “Cáscaras” (así se llamaba la tienda de frutos secos) a decir que las habían cambiado y estaban fatal, que si era algo temporal porque no podría comprarlas. Imaginar cuanto gastaba en almendras que… ¡las cambió de nuevo!, o bueno, quizás confiaba en el criterio de mi padre.

El caso es que era difícil no encontrar un momento en el que notaras que estaba con una dándole y dándole vueltas, y es que no podía masticarlas. Yo creo que debían llegar ya casi directas para pasar digeridas de las vueltas y vueltas que le daba a la almendra.

A veces iba yo a por las almendras, no sé cuántas serían, pero era un bolsón… un señor bolsón.

Cuando llegábamos a casa, las pelábamos, bueno, las pelaba él, yo me ponía un rato, también mi hermano, y las que no podía pelar, me las comía, o bueno, las que podía, porque tampoco dejaba que comiéramos todas. A veces, acababas con la piel de los dedos arrugada e irritada de pelar y pelar, y de la sal de la cáscara.

Recuerdo la luz tenue de la salita de nuestro antiguo piso, y posteriormente en el avance de la cocina en el piso nuevo, poniendo un paño donde las pelábamos para que no quedaran las cáscaras por toda la mesa.

Luego, de nuevo volvían a su bolsa, ya peladas, e iban al alto del armario de la salita o en el de la cocina del piso nuevo, como si aún tuviéramos 5 años y fuéramos a devorarlas. No, teníamos edad suficiente como para cogerlas sin apenas estirarnos, y apenas las tocábamos (que podíamos comer ¡eh!), porque Jacinto era mucho Jacinto, y sólo una mirada imponía.

Y ahora aquí estoy escribiendo porque lo que antes era anecdótico, llevar ahora almendras en el bolsillo me hace sentirme un poco más cercano a su memoria.